¿Qué son las Constelaciones Familiares?
Una mirada profunda a esta herramienta de sanación sistémica.
Las Constelaciones Familiares son una herramienta que facilita la posibilidad de echar luz sobre el origen de aquello que nos afecta en nuestro presente, en nuestra vida cotidiana.
Cuando hablo de herramienta, propongo que lo tomen en sentido literal: no es una terapia, aunque sus efectos muchas veces lo sean.
Todos tenemos un pasado, provenimos de un sistema familiar con determinadas características que nos hace quienes somos y no otros.
Los enredos, dramas, secretos, duelos no resueltos, traumas de nuestros antecesores muchas veces nos conducen, inconscientemente, por el camino de nuestra vida; y repetimos situaciones que nos disgustan sin saber porqué lo hacemos.
Nos cuesta desplegarnos económicamente teniendo verdaderas posibilidades sin que podamos resolver el motivo; elegimos siempre el mismo tipo de parejas; tenemos dificultades de relación con nuestros hijos y, a la vez, ellos con sus propios hijos…
Las Constelaciones actúan allí, nos muestran suavemente cuál es el origen de esas dificultades; nos señalan de dónde provienen esos patrones que nos guían de manera invisible por la vida sin que podamos abrazarla en su plenitud.
Traen a nuestra Consciencia información que de otro modo no lograría advenir, y este movimiento posibilita que podamos cambiar de posición frente a aquello que nos aqueja, verlo de otra manera, entender que no nos pertenece y que tenemos la libertad de tomar otro rumbo sin repetir la experiencia de nadie, sin pagar deudas ajenas.
Orígenes
El método de las Constelaciones Familiares fue creado por Bert Hellinger, filósofo, teólogo, pedagogo, especializado en Gestalt, Terapia Primal y Análisis Transaccional; quien desarrolló sus principios teóricos y el método, dándose a conocer paulatinamente entre 1988-1990 y difundido a través de obras como “Órdenes del amor” (1993).
Posteriormente, autoras como Brigitte Champetier de Ribes o Tiiu Bolzmann contribuyeron a su expansión y profundización.
¿Cómo se realiza una Constelación Familiar?
Hay dos grandes modalidades: grupales e individuales. Ambas trabajan con una representación simbólica del sistema familiar, pero se desarrollan de manera distinta.
Constelaciones grupales
En las Constelaciones Grupales hay un grupo guiado por un/a facilitador/a, una persona expone brevemente al facilitador el tema que desea explorar (puede ser un conflicto emocional, un síntoma físico, una situación laboral, una relación difícil, etc.).
Luego, elige entre los presentes a representantes para los miembros de su sistema (madre, padre, esposo, hijos, etc.) o para conceptos simbólicos como “el amor”, “el dinero” o “el síntoma”.
El facilitador acompaña el proceso observando los movimientos espontáneos de los representantes. Lo que emerge no es actuación ni teatro: es un fenómeno que Hellinger llamó “movimientos del alma”, donde se hace visible el campo relacional.
Esta experiencia puede mostrar exclusiones, lealtades invisibles, enredos, duelos no resueltos o dinámicas repetitivas. A partir de allí, se buscan frases y movimientos que restauren el orden y devuelvan a cada miembro su lugar, generando alivio y nuevas comprensiones.
Constelaciones individuales
En las Constelaciones Individuales se utilizan recursos como figuras, muñecos, anclajes espaciales, para representar los elementos del sistema familiar. El/a consultante dialoga con el facilitador/a mientras se desarrollan las escenas simbólicas.
Las Constelaciones no sustituyen una terapia, pero sí abren una vía poderosa hacia el autoconocimiento y la transformación. No ofrecen recetas, sino una mirada amplia que honra las raíces y al mismo tiempo invita a un movimiento hacia la vida.
Esta modalidad resulta ideal para personas que prefieren la privacidad o que están abordando temas muy íntimos.
Por tratarse de una práctica delicada que trabaja con vínculos afectivos, historias familiares y estructuras inconscientes, es fundamental elegir Facilitadores/as con formación sólida, experiencia profesional y un marco ético claro.
Recomendamos siempre verificar que el/la facilitador/a cuente con formación certificada y pertenezca a redes profesionales reconocidas.
“Estamos hechos de historias. Y también podemos reescribirlas.”



